RELACIONES ENTRE HUMANO-PERRO, PERRO-HUMANO RELACIONES&REHENES Él dijo que la adoraba. Dijo que su relación con ella le importaba más que nada en su vida. Dijo que disfrutaba trabajando con ella, y compartiendo nuevas ideas. Como reafirmándolo, ella no le quitaba los ojos de encima, no prestaba ninguna atención al auditorio que esperaba, conteniendo la respiración, oír el secreto de semejante adoración, tal grado de incuestionable atención.

«Para empezar», dijo él, «nunca le permití hablar con nadie más. Cuándo salgo a trabajar, la encierro en un cuarto, lo que le resulta bastante aburrido, pero cuando llego a casa – ¡ah, está más contenta que nunca de verme! Cualquier cosa que quiera hacer, excepto ir al baño, tiene que hacerlo conmigo. Controlo su comida, su ejercicio y cualquiera de sus actividades. A cualquier sitio que vamos, insisto en que esté siempre mirándome, así sé que me está prestando toda su atención. No le he permitido tener ningún amigo, porque podrían distraerla o gastar la energía y concentración que necesita para trabajar. Ser el único contacto social que tiene, me hace ser muy importante en su vida. Naturalmente, prefiere estar conmigo antes que con cualquier otro». La audiencia ni se inmutó. No protestó de ninguna manera. Nadie se levantó y le dijo que esa manera de tratarla era arcaica y atroz.

No gritaron que eso ni ha sido, ni puede ser, el secreto de una relación sana y feliz. En lugar de eso, bajaron la cabeza, y siguieron tomando apuntes. Pensaron que sus palabras tenían todo el sentido. ¿Ha sido esto una representación de algún programa sensacionalista de entrevistas del tipo “Tener un Rehén – Las Claves de una Relación Feliz»? Desgraciadamente, no eran Geraldo ni Sally. Esto era un seminario de adiestramiento canino, y «él» hablaba de «ella» – su perro. (Y cuando digo «él», no quiero en absoluto limitarme a adiestradores masculinos, si no que aplica igualmente a adiestradores femeninos). Si hubiera sido un hombre hablando de su esposa, o una madre indicando como educar a sus hijos, los oyentes se habrían horrorizado, sin paliativos. Pero, a fin de cuentas, era sólo un perro, y estas eran técnicas útiles para encabezar una competición.

Si examinamos la teoría que subyace detrás de la metodología, nos encontramos con algunas bonitas y espantosas bases. Mientras me horrorizaba ante la idea de necesitar aislar a un perro para mejorar su rendimiento en el trabajo, comencé a preguntarme porqué este concepto, no sólo tuvo éxito (si, definimos tener éxito a desechar una relación sana y normal y nos enfocamos sólo en el desempeño en competición) si no que me sonaba vagamente familiar.

¿La respuesta? «El Síndrome de Estocolmo,» un fenómeno psicológico denominado así después de que las personas en el interior de un banco de Estocolmo fueran tomadas como rehenes. Se desarrolla este síndrome cuando esas personas, que han sido forzosamente capturadas, desarrollan sentimientos positivos hacia sus captores. Para entender el Síndrome de Estocolmo, debemos entender a su vez los efectos de la privación sensorial. Imagínate, si puedes, ser arrancado a la fuerza de tu vida cotidiana (de tu ambiente familiar, las rutinas y las interacciones sociales) y en su lugar, se coloca un extraño del que no puedes escapar. La única interacción posible es con tus captores, cuya conducta puede ser caprichosa – es decir, más allá de tu habilidad para entender porqué o cuándo van a elegir hacer algo por ti, contigo o para ti. Podrían retener el alimento y/o agua, con la intención de aumentar el valor que tienen para ti y hacer que cumplas con sus demandas. Podrían dejarte en la más completa oscuridad o silencio, sin nada que hacer, ningún lugar a dónde ir. Sin permiso para hablar o interactuar con otros presos. Podría parecer que una respuesta (humana) razonable a esto sería la ira. De hecho, normalmente esa es la respuesta inicial de cualquier rehén. Es más, como los rehenes del banco de Estocolmo demostraron, esa hostilidad inicial se ve superada rápidamente por el deseo de sobrevivir. Ahora, todo tu mundo gira alrededor del captor (o captores) y dentro del vacío sensorial en el que estás inmerso, su humor y sus acciones se convierten en lo más importante. Anticipando sus deseos, los apaciguas – éstas son las claves para tu propia supervivencia.

Al estar privado de una interacción social normal, incluso comienzas a ver a tus captores con simpatía. En el caso original sueco, los investigadores se quedaban atónitos cuando los rehenes recién liberados pedían indulgencia para sus captores. Para todas las criaturas sociales (el hombre, las ballenas, los gorilas, los lobos, los caballos, los perros, los chimpancés, los delfines), la manera más rápida de crear neurosis y conductas anormales se consigue mediante el aislamiento social y un ambiente sensorial estéril. Dentro de la comunidad zoológica, los éxitos más grandes valorados en términos de mortalidad animal, salud y crianza natural por parte de sus progenitores, se da en animales a los que se les permite convivir en grupos con las interacciones sociales normales de su especie, y cuyos ambientes son variados y ricos, tal y como algunos zoos llegan a proporcionar. Entre los criadores de caballos, a menudo se aísla a los sementales del contacto con otros caballos, y terminan volviéndose claramente neuróticos, como demuestran las conductas de auto mutilación y los niveles altos de agresión. He trabajado con sementales a los que se les permitió interactuar con otros caballos con normalidad, jugando en verdes prados, y a los que se demandaban niveles altos de adiestramiento y estrictos horarios de trabajo. Estos caballos eran inteligentes, sanos y trabajar con ellos era un placer absoluto.

He estado también en cuadras donde todos y cada uno de los caballos mostraba conductas neuróticas.

Estos pobres animales estuvieron tan protegidos con la excusa de mantener un alto nivel de obediencia en las exhibiciones que han pasado toda su vida mantenidos como rehenes en celdas preciosas y perfectamente acondicionadas. Una revisión de libros sobre el desarrollo infantil y distintas teorías, revela que una clave importante para tener niños productivos, sanos y bien adaptados, consiste en exponerles a una amplia variedad de personas y relaciones, otros ambientes, actividades e ideas. Es difícil imaginar a cualquier persona racional aconsejar que los niños sean aislados y privados sensorialmente para que puedan lograr mejores grados de obediencia o respuestas más perfectas a los deseos de su padre. Se necesita muy poca imaginación para entender los efectos que tal aislamiento provocarían en cualquier niño medio. Consideremos el concepto de que los perros deben tener limitado cualquier juego o interacción social con otros perros. Se basa en que un perro que trata con otro perro debe establecer una relación de dominancia o sumisión. Estos adiestradores se creen que sus perros tienen egos tan frágiles que, durante el aprendizaje de las reglas de conducta normales de un perro, se verán irreparablemente dañados si se ven sometidos a otros perros, o podrían llegar a ser indebidamente dominantes, lo que les hará incapaces de rendir en competición.

¿Realmente esto tiene algún sentido? ¿Qué pasa con los perros equilibrados que pueden manejarse perfectamente en la vida? Leí un artículo donde el autor explicaba cuidadosamente cómo cada nuevo grupo de perros requiere un reajuste de la jerarquía social, y que si ese grupo cambiaba totalmente, los perros necesitarían reajustarlo de nuevo. ¡Vaya sorpresa! Cada vez que tú (también un animal social sujeto a jerarquías de estructuras de poder y dominancia) entras en una habitación dónde hay otras personas, el mismo proceso se repite. A través de todas esas interacciones y reajustes, toma sentido lo que eres con independencia del grupo en el que estás. Los perros más seguros que yo conozco, son perros extremadamente bien socializados y capaces de manejarse adecuadamente en cualquier situación. No obstante, hay un punto de verdad aquí – un pequeñísimo punto. No hay duda de que un compañero de juegos inadecuado puede meterle el miedo en el cuerpo a un perro (especialmente un cachorro), algunas veces dejando una seria y grave impresión. No hay duda que un perro que es un absoluto macarra con otros perros pueda ser un perro malísimo en competición – si carece de respeto o sentido común o de ambos, seguramente dará problemas cuando se le pida respeto y colaboración con un humano. Pero la mayor verdad aquí es que un perro normal que ha sido completa y apropiadamente socializado, que se le permite desarrollar los modales adecuados, y que sabe cuando inclinarse cortésmente y cuando mantenerse firme, es un perro que no se verá fácilmente influenciado por encuentros desagradables.

Lo que estos adiestradores temen, sobre todo, es que su perro pueda preferir a otros perros como compañeros de juego antes que al guía. Incluso te dirán esto de manera indirecta. Mi pregunta es, si el perro prefiere jugar con otro perro antes que trabajar contigo, ¿esto no te está diciendo algo? Si tu esposo prefiere pasar los fines de semana con otro hombre/mujer, ¿no es un indicio de que algo pasa? Imagina que te encanta el juego de damas y asistes a cada torneo de damas que hay en tu ciudad.

Un día, decides que tu niño/esposo/amigo (escoge uno) debería también disfrutar con las damas igual que tu. Cuando estés encantado por que te has comido varias de un tirón, tu acompañante mira a través de la ventana y ve una ardilla en un árbol. «¡Ostras!,» él/ella dice, saltando de su asiento, «¡no sabía que había ardillas por aquí!» Y continuará mirando el árbol, encontrando mucho más interesante la observación de la ardilla que las damas. MENUDA pista, ¿eh? Es posible tener una relación basada en el respeto mutuo, libre de cualquier cosa que se parezca remotamente a la privación sensorial, y a la vez tener un perro que lo dará todo por ti y aún más importante, contigo.

Dado que, por elección propia, ya no compito en obediencia, algunos lectores que, erróneamente, igualan títulos logrados con conocimiento, se preguntarán en que me baso para hacer esta afirmación. Después de muchos años de trabajo con perros, han sido los más de dos años de trabajo en el equipo de Búsqueda & Rescate con mi perro, los que me han enseñado la mayor parte de lo que es posible entre un perro y un humano cuando hablamos de una relación de trabajo. En nuestra primera búsqueda oficial, las pocas alegrías que las competiciones formales de obediencia tuvieron para mí, se disiparon en un maizal bajo la luna en algún lugar en Pennsylvania, mientras miraba como mi perro trabajaba y trabajaba y trabajaba, conmigo, suelto y bajo las circunstancias más extrañas …

Hasta que amaneció He visto a mi compañero de búsquedas, un joven pastor alemán llamado Chilkat, estar jugando a “cojo el palo y me lo llevo” con otros perros en la unidad de búsqueda mientras preparábamos un ejercicio práctico. Un pequeño silbido o llamada es suficiente para que venga conmigo, instantáneamente preparado para trabajar, lo que significa un ejercicio de discriminación de olor que podría durar hasta dos horas bajo la lluvia intensa, un frío helado o un calor abrasador. Andando por el parque con 7 perros sueltos, he pedido a un amigo que se esconda, y sin tener que hacerme cargo de los otros perros, activar a Chilkat con una orden formal de búsqueda.

Se pone a trabajar en un instante, ignorando los intentos de un cachorro para continuar el juego de hace un momento. En ambos casos, cuando ha terminado su trabajo, Chilkat regresa felizmente a jugar con los otros perros, inclinándose apropiadamente ante sus mayores o dando un pequeño toque al cachorrito que todavía está aprendiendo modales. En búsquedas reales, hemos ido de excursión a granjas desconocidas en mitad de la noche, he visto a mi perro ignorar a otros perros, animales de granja, incluso conejos y ciervos que se limpian en sus narices. Lo he visto trabajar más de cuatro horas seguidas en la cima de una montaña después de una subida de una hora (por la que había pasado un oso negro y sus cachorros) y volver a nuestro punto de partida. Su único fallo en esa situación fue su negativa a descansar más de tres minutos, ¡un hecho que mis piernas fatigadas encontraron casi imperdonable! El hecho de tener que asegurar artificialmente que mis perros me encuentran increíblemente interesante me perturba. Si alguna vez me encuentro en la situación de tener una relación con un ser vivo sano (humano, canino, equino, o cualquier otra especie) donde tenga que halagar, sobornar, pagar o tomar como rehén a un pretendido colega para asegurar su interés por mí, me pondría en la situación de tener que pararme delante del espejo y mirarme largo y tendido. En el caso de seres no sanos o desequilibrados, tales como animales o personas muy enfermos o emocionalmente perturbados, he hecho comidas extraordinarias, inventado juegos emocionantes y/o cualquier atención extra para que aceptaran mis ofertas de juego y amistad.

Y lo hice así con el conocimiento pleno de que, tal y como estaban, una relación normal no era posible, y escogí interactuar con ellos en una manera no balanceada. Pero yo no retuve el alimento normal, el acceso al juego y a otros compañeros, ni a mi atención. Eso no es una relación, ni una amistad. Puede ser una interacción apropiada entre un organismo y la fuente de estímulos, pero yo necesito más de los perros que respuestas sencillas y condicionadas. Tengo perros ante todo, como amigos, y yo hago todo lo que puedo, para tratarlos como tal. A menudo fallo en el intento de ser tan generosa e incansable como ellos. Pero estoy aprendiendo. A menudo nos referimos al perro como “el mejor amigo del hombre”. Ojalá pudieran hablar y explicar su perspectiva, lo que realmente significa para ellos. Quizás, como los rehenes de Estocolmo, algunos de nuestros perros se encontrarían a si mismos implorando indulgencia para sus captores. Articulo realizado por Suzanne Clothier Traducido por María José

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